ARA QUE ÉS L’HORA-PERE BESSÓ
Imagen tomada de la red
A veces el grito de la saliva se nos muestra
como sendero fiel
André Cruchaga
D’aqueixos pensaments que acaben
quan el gall saluda
la punta escapçada de l’alba.
M’has arrossegat
com puta per rastoll
a l’escopinada de la infantesa,
tot i que no ho pretengueres.
Mesuràvem de xiquets
la llargor dels nostres desigs
-simples, nets i directes-
per la distància major de l’escopit.
I et diré que inclinàvem mig cos cap arrere
-com arc que es tiba i s’afluixa-
Per a llançar-lo de seguida endavant,
sense moure ni un bòlit els peus del lloc.
Més tard, mesuràvem per l’abast
i duració de la pixada:
tot un art saber comprimir,
estrényer
i soltar la bufa
per a estirar els passos i mig passos
enllà del contrari.
Entrenaments que no sé si donaren per a l’amor,
l’ejaculació postergada
o el poema llarg i reflexiu,
però ací ets, de bell nou,
per a recordar que,
a voltes,
el crit de la saliva
se’ns mostra com a sendera fidel.
De temps en temps,
ens toca engolir aqueixa darrera saliva de l’ofegament
i de la ressecor,
aqueixa saliva extrema de l’insomni
que no dóna cap treva
(ni per a bordell humil de poetes),
però ajuda a entrelluscar les filles de l’Ombra.
AHORA QUE ES LA HORA
A veces el grito de la saliva se nos muestra
como sendero fiel
André Cruchaga
De esos pensamientos que acaban
cuando el gallo saluda
la punta descabezada del alba.
Me has arrastrado
como puta por rastrojo
al salivazo de la infancia,
aunque no lo pretendieras.
Medíamos de niños
la largura de nuestros deseos
-simples, limpios y directos-
por la distancia mayor del escupitajo.
Y te diré que inclinábamos medio cuerpo hacía atrás
-como arco que se tensa y destensa-
para lanzarlo luego hacia adelante,
sin mover ni un palitroque los pies del sitio.
Más tarde, medíamos por el alcance
y duración de la meada:
todo un arte saber comprimir,
apretar
y soltar la vejiga
para estirar los varios pasos y medios pasos
más allá del contrario.
Entrenamientos que no sé si dieron para el amor,
la eyaculación postergada
o el poema largo y reflexivo,
pero acá estás tú, de nuevo,
haciéndome recordar que,
en ocasiones,
el grito de la saliva
se nos muestra como sendero fiel.
De cuando en cuando,
hay que tragar esa última saliva del ahogo
y del reseco,
esa saliva cabera del insomnio
que no da tregua alguna
(ni para burdel humilde de poetas),
pero ayuda a vislumbrar las hijas de la Sombra.
Etiquetas: Pere Bessó, poema
2 comentarios:
Qué grande, genial la imagen de los niños escupiendo y meando, tal cual los vi hacer a mis hermanos. El final !impecable!
Besosssssssss
3 de marzo de 2010, 18:54
Gracias, Mónica.
Así era. No había ordenadores ni play stations pero nos quedaba la imaginación a raudales. Y socializábamos nuestra ingenuidad hasta ser los amos del Universo.
Igualito que ahora...
Un gran abrazo, amiga.
Pere
4 de marzo de 2010, 1:00
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