Pintor Francesco Ballesio, nacido en Turín, Italia, 1860-1923.
DECONSTRUCCIÓ DE PAUL CELAN
La cançó de la dama de l’alta torre
perd l’exasperació,
el deliri,
i als màrgens del riu
les miasmes.
Ni tan sols és la representació amb dosi de gratuïtat:
Jadis et naguère, Mata Hari, Nina Hagen,
la franceseta de la rive gauche simulant
el perfum de fenoll de les landes,
el mocador despuntat dels vents de província.
Abans de la passió de Miles,
el soroll de les bestioles tirant del carro pels solcs de l’ànima,
el to de la dama en l’ombra,
enllà dels enforcats jueus a Mathausen amb la subtilesa
de les cordes del piano
I les notes del violí més ambiciós enmig de les notes de la fam,
I si la dama del silenci no obri les carns als corsers a la nit,
arriba a deshora com les cites dels amants furtius en nit closa,
o no arriba amb el dibuix del poema sota l’aixella,
ni provoca el llenguatge d’Odin escapçalant les tulipes,
¿Qui ha de guanyar en aquesta nova Jericó de totes les
trompetes
a l’enfront dels arcàngels nazis?
Perd de cas qui es llança pel finestró dels ulls
per esbrinar tots els noms de la dama,
els noms dels morts nouvinguts que no tenen història,
el nom del pintor de la primera carícia dels cabells a la
camamerla.
La dama insolvent,
cap dama que em pica la palla
al muscle de l’horror,
la femella adusta que estalvia la pell dels anys,
cadascun dels meus pèls,
palets de rònega juguesca,
els furgadents de l’arc de Sant Martí després de la sang,
la pluja de tots els covards que amaguen els morts
a les mans d’altri.
Ella, la dama vanitosa que no té pèrdua.
No diu el meu nom, no mira
dels meus ulls la blavor maligna crema a les portes
del plaer,
de les agulles de la cova,
de l’aigua salada del bescoll al baf de la flor menuda.
La dama de l’alta ombra,
presència als meus llavis,
la raó de tota anihilació
des que la nit tancà les portes
al naixement de la fúria de les animalies veres
i du els cercles de l’amor foll com anells al dit que ens
assenyalen
línies de tardor repedaçada
la germana oblíqua que emmascara els dies
i les nits des de sempre.
La dama de l’ombra ja no es penja de la finestra,
ni s’asseu en forcall de cames a l’arbre de tota saviesa
i aprén des de la nuesa el tast del seu nom.
L’alta ombra de la nit que cerca la milícia dels amants tristos,
algú que alletarà la llinda de les hores baixes
sense necessitat de recolzar-se a la finestra
ni de preguntar de primeres pel nom,
ara que guarda el seu torn de la fila
en la decapitació de les darreres tulipes anònimes.
DECONSTRUCCIÓN DE PAUL CELAN
La canción de la dama de la alta torre
pierde la exasperación,
el delirio,
y en los márgenes del río
las miasmas.
Ni siquiera es la representación con dosis de gratuidad:
Jadis et naguère, Mata Hari, Nina Hagen,
la francesita de la rive gauche simulando
el perfume de heno de las landas,
el pañuelo despuntado de los vientos de provincia.
Antes de la pasión de Miles,
el ruído de las bestezuelas tirando del carro por los surcos del alma,
el tono de la dama en la sombra,
más allá de los judíos ahorcados en Mathausen con la sutileza
de las cuerdas del piano
y las notas del violín más ambicioso en medio de las notas del
hambre,
y si la dama del silencio no abre las carnes a los corceles en la
noche,
llega a deshora como las citas de los amantes furtivos en
noche cerrada,
o no llega con el dibujo del poema bajo la axila,
ni provoca el lenguaje de Odín descabezando los tulipanes,
¿Quién ha de ganar en esta nueva Jericó de todas las trompetas
frente a los arcángeles nazis?
Pierde acaso quien se lanza por el postigo de los ojos
para desbriznar todos los nombres de la dama,
los nombres de los muertos recién llegados que no tienen historia,
el nombre del pintor de la primera caricia de los cabellos a la manzanilla.
La dama insolvente,
dama alguna que me pique la paja
en el hombro del horror,
la hembra adusta que ahorra la piel de los años,
cada uno de mis pelos,
palitos de escasa apuesta,
los palillos del arco íris después de la sangre,
la lluvia de todos los cobardes que esconden los muertos
en las manos de otro.
Ella, la dama vanidosa que no tiene pérdida.
No dice mi nombre, no mira
de mis ojos lo azulado maligno quema a las puertas
del placer,
de las agujas de la cueva,
del agua salada del pescuezo al vaho de la flor menuda.
La dama de la alta sombra,
presencia en mis labios,
la razón de toda aniquilación
desde que la noche cerró las puertas
al nacimiento de la furia de las animalías veras
y lleva los círculos del amor loco como anillos al dedo que nos señalan
líneas de otoño remendado
la hermana oblícua que enmascara los días
y las noches desde siempre.
La dama de la sombra ya no se cuelga de la ventana,
ni se sienta a horcajadas en el árbol de toda sabiduría
y aprende desde la desnudez el gusto de su nombre.
La alta sombra de la noche que busca la milicia de los amantes tristes,
alguien que amamantará el umbral de las horas bajas
sin necesidad de apoyarse en la ventana
ni de preguntar de buenas a primeras por el nombre,
ahora que guarda su vez de la fila
en la decapitación de los últimos tulipanes anónimos.
4 comentarios:
Me encanta este poema, las interrelaciones con la obra de paul celan, la deconstrucción como método metáforico para la representación de la realidad. La lentitud del ritmo crea una atmósfera de fantasmas, de sombras anónimas. Una excelente lectura de una obra opaca.
9 de julio de 2009, 22:32
Muy hermoso. Gracias por mostrarme su blog. Reciba un saludo muy cordial de una compañera en la aventura de la palabra.
11 de julio de 2009, 19:58
gracias, alshair, el tuyo es un comentario substancial y de muy correcta lectura.
Pere
15 de julio de 2009, 20:08
Gracias, Ana, bienvenida a este blog hermanado (lenguas, continentes, egos poéticos). Te devolveré la visita bien pronto.
Pere
15 de julio de 2009, 20:10
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